domingo, 10 de julio de 2011

Una cliente me encargó un trabajo para que su marido la sorprendiera con fin de semana romántico en una de esas estancias turísticas de la Provincia de Buenos Aires.
Realicé el hechizo sabiendo que funcionaría pero que no podría satisfacer su íntimo deseo de ser soprendida. Para eso tendría que borrar su recuerdo de haber solicitado mis servicios, y entonces, ¿como le cobrara?.  Si la doña usara su don de la palabra; si se lo pidiese a su marido lo que desea de él, obtendría exactamente el mismo resultado.

La sorpresa es un ardid del romanticismo. Y el romanticismo, sépanlo amigos, está sobrevaludado
Comentarios (2)          

Tarúpida-Mamerta:
Brujita, no estés tan segura de que funciona eso de pedirle las cosas al marido de una. El domingo pasado al mediodía le pedí a mi marido que comprara vino para hacer peras al vino y me trajo granadina.

Brujita Gengibre
Querida Tarúpida: el domingo pasado fueron las elecciones y la venta de bebidas alcoholicas estaba prohibida hasta el cierre de los comicios.


3 comentarios:

  1. jajjaaj muy bueno, como cobrarle, no???
    El romanticismo esta muy sobrevaluado!!!

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  2. Claro Marietta, el romanticismo es perjudicial para el amor

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  3. Ja jaaa, al romanticismo hay que reinventarlo.
    Un abrazo grande.

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